Testimonio de un adicto que se encuentra en la primera fase del tratamiento.
Mi vida, desde hace muchos años, ha sido un tormento.
Estaba totalmente condicionada por el consumo. Pero yo creía que lo podía gestionar solo. Ante cualquier adversidad, me “auto medicaba”. Y si aparecía algún motivo de alegría, había una necesidad imperiosa de estropearlo. No sabía lo que me sucedía.
Era como si dentro de mi cuerpo, existieran dos mentes.
La primera, aparecía tras una borrachera. Me recriminaba la poca fuerza de voluntad. El arrepentimiento me desgarraba el alma. En días, no quería salir a la calle. Sentía vergüenza por salir de casa, y enfrentarme a mi gente. Al mundo. Casi nunca recordaba lo que había hecho o dicho la noche anterior. Solo la ropa rota, los pantalones llenos de barro, un arañazo en la cara, un ojo morado, un dolor en el costado, un dedo roto, me hacían intuir que había tenido una pelea, o simplemente una caída. Y la cuenta que me tocaba pagar en los bares de siempre a los pocos días. Que siempre me parecía engordada. Flaco favor el que me hacían al confiarse. Pero eso, es otra historia.
Y el camello, que me fiaba y me fiaba, como si fuera su mejor amigo. No sabia, que lo que realmente pasaba, es que me tenía prisionero.
A todo esto, había que sumarle el buen cuerpo que te deja el alcohol tomado hasta perder el sentido. Así era como entendía el pasármelo bien, el acabar con los problemas.
Y la segunda, hacía que todo lo enumerado anteriormente fuera fundiéndose, diluyéndose, y terminara por desaparecer, por olvidarse.
Entonces me vendía que yo era capaz de controlar la situación. Que ésta sería la última vez. Que estaba todo dominado. Que no había ninguna duda. Que no existía peligro alguno. Solo seria ésta ultima vez, y no volvería a repetirse. Sólo debía permitírmelo una vez más. Una sola vez. Solo una. Ésta. No pasaría nada. Volvería la normalidad. Dejaría de ser infeliz. Todo se arreglaría.
Y de esa manera, volvía a beber.
De nuevo aparecía la primera, recordándome lo mierda que era. Lo estúpido que había sido, cayendo de nuevo en el engaño. Ya estábamos otra vez como al principio. Nunca se acababa.
Ese bucle sin fin, afectaba negativamente a toda mi vida. Trabajo, pareja, familia, amigos…
Y aunque en ocasiones conseguía apartar el alcohol, nunca lo dejaba por completo. Y tarde o temprano, aparecía para destruirme.
Hasta que a mis 48 años, conocí a quien ahora es un buen amigo. José. Me decía que ya se lo había bebido todo. Que no consumía ni alcohol ni drogas. Me transmitía tranquilidad y seguridad. Algo que me llamó mucho la atención. A mi, y a toda la gente que conozco y le conoce. “José es un tipo estupendo”. “Es un señor”. “Da gusto hablar con él”
José, es alguien que merece tomarlo como ejemplo.
Tras la muerte de mi padre, y ante los problemas familiares que aparecieron, la situación se me hizo insostenible. Tuve la necesidad de pedirle amparo. Mi novia me dijo que yo solo no podía. Que necesitaba ayuda.
Sabía que había hecho un tratamiento. Me habló de la fundación HAY SALIDA, y me puse en contacto con ellos.
Hable con Juan Carlos (terapeuta), y concertamos una cita con el Doctor Luis Carrascal.
Me recibió Juan Carlos con un abrazo que me sorprendió. Nunca lo olvidaré. Y a continuación me pasaron a un despacho, donde estaba el Doctor.
Empecé a contarle mi biografía. El Doctor me hablaba de mis conductas, como si me conociese de toda la vida. Y apenas llevábamos juntos diez minutos.
Sabía exactamente lo que me pasaba. Me sentí comprendido. Reflejado en todo lo que me decía. Atendido.
A los dos días me citaron en la fundación, en la Plaza de la ciudad de
Salta, para mantener una entrevista con María, la doctora, y con Beatriz (terapeuta). Conocí a Mamen, la directora del centro. Todos me parecieron muy cariñosos, y con mucha profesionalidad.
Me invitaron a que fuese al día siguiente a una terapia grupal.
Llevo viniendo a estas terapias desde el 27 de Septiembre de 2013.
Estoy en la primera fase. Dicen que es la más dura. Hay que pasar el trago sin darlo.
Además de al alcohol, he tenido que renunciar al trabajo, a mis amigos, a mi novia, a mis hermanas…
El alcohol no lo quiero recuperar, y el resto lo iré haciendo según me indiquen.
No puedo pretender arreglar mi vida en dos días, cuando llevo cuarenta y ocho años jodiéndola.
Tengo una enfermedad muy grave, la enfermedad de la adicción. He nacido con ella. Y si quiero recuperarme, tengo que esforzarme en hacer todo lo que en la fundación se me dice.
Es muy sencillo: ceder, hacer y ser honesto. De sencillo que es, se convierte en complejo.
Con Beatriz, cuadramos una rutina diaria, o “cuadraditos” como nos gusta llamarla. Ya que el tratamiento ofrecido es ambulatorio. En ella está incluida la terapia grupal. Imprescindible en la recuperación.
El mundo externo, está reflejado en el grupo:
Altaneros, arrogantes, vanidosos, soberbios, altruistas.
Engreídos, egocéntricos, violentos, tiranos, narcisistas.
Defensores, sosegados, abnegados, ególatras, pacifistas.
Introvertidos, lirondos, mentirosos, manipuladores, camorristas.
Heterosexuales, homosexuales, bisexuales, envidiosos, moralistas.
Obsesivos, maniáticos, manipuladores, aviesos, carteristas.
Actores, obreros, cocineros, peluqueros, deportistas.
Empresarios, carniceros, boxeadores, camareros, transportistas.
Estudiantes, pasteleros, reponedores, profesores, “mileuristas”.
Españoles, peruanos, portugueses…
Es nuestra “sala de máquinas”. Donde debemos aprender a relacionarnos. A tirar abajo la coraza que nos cubre, y deshacernos del personaje que llevamos representando toda nuestra vida. Ensayo, error. Es asombroso, como al poco tiempo, te sientes mejor que en casa. El respeto es general, independientemente de que a veces los ánimos se disparen. Cuesta identificar, que detrás de una salida de tono, es la enfermedad la que está detrás. Pero poco a poco, nos va calando. Se trata de atender y escuchar. Sobre todo de esto último. Da igual si has sido rico o pobre. El destino, y nuestra enfermedad nos ha unido. Es lo único que importa. Y eres capaz de contarles hasta donde tienes el tesoro escondido…. Confías plenamente en ellos. Se crea un vínculo, que nunca había experimentado. Todo a cambio de que luche por mí bienestar.
Ya llevo cinco meses sin consumir. Esto dura hasta el “nichito”. Es mucho y nada a la vez. Nunca lo hubiera pensado. Y ha sido posible gracias a la fundación y mi empeño.
Me han ofrecido ayuda a cambio de nada. Bueno, a cambio de que pase lo que pase, nunca consuma. Y me han enseñado a ver, que la primera copa, la primera raya, el primer porro y la primera pastilla, es mi responsabilidad. Después, la enfermedad se encargará del resto.
Que sea una institución sin ánimo de lucro, y con el deseo de ayudar a la gente sin recursos económicos, le da más valor, si cabe.
Por mis circunstancias, no me habría podido costear un tratamiento de éste tipo.
La fundación vive de donaciones.
Es pronto para adivinar cambios, aunque el simple hecho de haberme alejado del consumo, es el mayor de todos. Creo totalmente en el tratamiento. Estoy seguro de que en un futuro, podré disfrutar de la vida, como nunca hasta ahora lo he hecho. Seré una nueva persona, que sabrá enfrentarse a los problemas desde la abstinencia. Sabré querer, amar, y aceptare las opiniones contrarias a la mía con normalidad. Viviré en un mundo real, que hasta ahora desconocía.
Descanso más tranquilo, sabiendo que de las fechorías acontecidas a lo largo de mis cuarenta y ocho años, soy responsable. Pero no culpable.
De la adicción HAY SALIDA.
Gracias a toda la fundación por mostrarme el camino sin pedir nada a cambio.
Al grupo, por la ayuda que me ofrece. Sin ellos, no seria posible.
A mis padres, por la fuerza que me envían todos los días.
A mis hermanas, por su esfuerzo en ayudarme.
A Ana, por haberme abierto los ojos.
A mis amigos de verdad, que no han preguntado, y me esperan con los brazos abiertos.
Si luchas, puedes perder. Pero si no luchas, estas perdido.
Javier
Comentarios:
4 comentarios en “Testimonio: Yo creía que podía gestionarlo solo”
Muchas gracias por tu compromiso y tu brutal honestidad.
Te admiro!!!!.
Me parece admirable. Yo no consumo, pero tengo a mi pareja que esta ahora mismo en la primera fase y esta ingresado en un centro, del que pasara directo a Hay Salida. Me parecéis muy valientes, lo primero por reconocer la enfermedad y lo segundo por luchar contra ella.
ANIMO A TODOS LOS QUE ESTAIS EN ESTA SITUACION
Hola Cristina, yo tengo un hermano que consume mucho alcohol y esta enfermo con cirrhosis, me podrias decir que lugar encontraste para ingresar a tu pareja y luego a Hay Salida. Muchs gracias
[…] a éste hay dos testimonios míos. “Yo creía que podía gestionarlo solo” y “Volver a empezar”. Si los leéis, probablemente veáis por donde va pasando uno. Los […]